Reseña de (2005) "América Latina a comienzos del siglo XXI. Perspectivas económicas, sociales y políticas", de Gilberto Dupas (comp.)

DUPAS, GILBERTO (COORD.). (2005) América Latina a comienzos del siglo XXI. Perspectivas económicas, sociales y políticas, Homo Sapiens Ediciones, Rosario, 2012, ISBN 950-808-1169-3.


A
poyada por la fundación socialcristiana Konrad Adenauer Stiftung, el Instituto de Estudios Económicos e Internacionales y el Observatorio de Relaciones Unión Europea- América Latina, doce cientistas sociales abordan en diez artículos la situación de América Latina de cara a los inicios del siglo XXI. El balance sobre la modernización neoliberal el empoderamiento local/regional frente a la retracción neoliberal, el estudio de los casos de los “milagros” latinoamericanos, la desarticulación social y el empoderamiento local/regional frente a la retracción de la influencia norteamericana son ejes principales de una obra que rehúye a las certezas tanto como a las proyecciones pesimistas.
En “Una visión estructural de la dinámica económica de América Latina”, Fabio Villares de Oliveira y Gilberto Dupas señalan la conformación de un nuevo contexto global de liberalización y desregulación de mercados que conllevaría la actuación de factores altamente des estructuradores. Frente a la total anomia de los mercados financieros, la exacerbación del capital volátil y la pérdida de la capacidad reguladora de las instituciones internacionales, los países no desarrollados estarían obteniendo beneficios de la globalización manteniendo políticas industriales activas y discriminatorias, claramente contrarias a las pregonadas por el neoliberalismo. Una vez producido el agotamiento de las políticas keynesianas, el gran capital habría iniciado una búsqueda de nuevas fronteras de acumulación, resultante luego en fragmentación de fronteras productivas. Junto a una América Latina de servicios privatizados e industrias desmanteladas, las inversiones destinadas a países periféricos en el sentido de creación de valor mediante la reducción de costos se dirigirían especialmente a China y a otros países asiáticos.
La publicación en 2001 del informe “Una década de luces y sombras”, de la CEPAL, es tomada como advertencia sobre las modestas tasas de  crecimiento y asimetrías generadas por el modelo de desarrollo. Producidos los ajustes fiscales y la consiguiente pérdida de competencias, la ausencia de responsabilidades en la creación de infraestructura y la desregulación de los servicios públicos serían consecuencias directas de las limitaciones financieras estatales. Asimismo, la demanda de bienes de consumo importados habrían facilitado los desequilibrios internos. Si las grandes corporaciones adquieren una  posición hegemónica en la región, la participación de la deuda en el PBI de los países latinoamericanos resultaría creciente tras el agotamiento de los ingresos por privatizaciones. Pese a la “modernización” forzosa de la región, las consecuencias sociales desestimarían las promesas de la liberalización económica, indicando el Panorama de la CEPAL un aumento de la población por debajo de la línea de pobreza (41% en 1980 – 43% en 2000), estando un 9% de niños menores de cinco años en condiciones de desnutrición aguda y un 19% de ellos en desnutrición crónica. En un cuadro de grave y creciente de miserabilidad de las sociedades de la región, diseminación de la violencia y del tráfico de drogas, los fenómenos de esta nueva era indicarían las dificultades de las nuevas generaciones para alcanzar el mismo nivel de vida de sus padres. Latinoamérica se encontraría así en una situación de impasse: “o profundiza y radicaliza el patrón neoliberal en busca del espejismo que aún agitan algunos de los más ortodoxos, o busca otros caminos que propicien un desarrollo sustentado, como los que están recorriendo con éxito los países asiáticos” (p. 40).
La exposición de México como caso testigo de las reformas neoliberales es dada por Rolando Cordera Campos y Leonardo Lomelí Vanegas en “Cambio estructural en México (1982-2004): elementos para una evaluación”. Producida la crisis de la deuda externa en 1982 y registrado el problema de mantener las tasas de crecimiento durante el gobierno de Luis Echeverría y José López Portillo (1970-1982), el gobierno de Miguel de La Madrid dio por ineficientes las políticas de proteccionismo estatal y obsoletos los recursos tecnológicos en un contexto de acelerado crecimiento de la población. De este modo, dio la puesta en marcha a programas de ajuste y privatizaciones como única opción para cubriré desequilibrios macroeconómicos, fiscales y externos.
Si bien se dio cumplimiento de las expectativas de los actores económicos, las reformas habrían encontrado sus propios límites. La política de comercio exterior, que habría incluido la realización de tratados de libre comercio con los principales bloques económicos del mundo bajo una apertura sin reciprocidad se habría tornado gradualmente desfavorable dada la retracción del ingreso al mercado estadounidense, básicamente dada por la exportación de petróleo. Si el cambio estructural ha sido incapaz de recuperar la senda del crecimiento mexicano, la estrategia de crecimiento también se vería opacad ante las ventajas competitivas de los países asiáticos (bajos salarios, mayor calificación y mayor sofisticación tecnológica). Las reformas no habrían cumplido con las expectativas de garantizar mayor eficiencia en la inserción a mercados ni la reducción del gasto público se tradujo en una asignación más eficiente del gasto. De aquí que la limitada tarea del Estado en resguardo de la cohesión social, suerte de “vacíos institucionales del nuevo Estado”, se verían agravados en la discrecionalidad de la Secretaría de Hacienda en el manejo de los fondos públicos  y en la “trampa fiscal”, es decir, los niveles de recaudación escandalosamente bajos que dan lugar a un régimen de exenciones y privilegios. Sumado a ello, México debería hacer frente a “los desafíos del bono demográfico” dado por el aumento de la precarización laboral y el desempleo, y la “globalización adversa” ante las expectativas desarrolladas en los acuerdos de libre comercio. Se concluye que sin una recomposición de las pautas financieras, el Estado “no podrá capear las tormentas de su demografía política ni presentarse como un interlocutor eficaz en las rondas por venir para la construcción de un nuevo orden que sea efectivamente global a la vez que progresivamente democrático” (p. 80).
Fabio Villares de Oliveira reconstruye los logros del “milagro brasileño” y las exigencias actuales de la economía sudamericana en “Brasil y los dilemas del gobierno de Lula”. Desde la aparición de la crisis petrolera en los 70, la inversión en áreas y sectores con alta relación capital-producto habría generado una fuerte presión sobre los recursos del Tesoro, la balanza comercial y el control de precios, con un endeudamiento externo e interno. En los ochenta, la devaluación habría sido la elección al problema (administración Sarney), mientras que el Plan habría logrado desindexar la economía brasileña exponiendo a la vulnerabilidad a los agentes económicos. Según datos del Instituto de Pesquisa Económica aplicada, la mitad de los empleos formales entre 1985 y 2002 habrían sido en el sector público, quedando en el sector privado los puestos de trabajo más precarizados, por tareas y temporarios. Dentro de estos parámetros, la cadena productiva de mayor desarrollo habría sido la de los agronegocios, en tanto que los sectores urbanos habrían visto empeorado su calidad de vida.
Aún con saldos positivos en transacciones corrientes, el nivel de reservas se mantendría en umbrales inconsistentes y se vería latente una amenaza de movimiento de capitales, percibiéndose el crecimiento futuro en tasas modestas. Al gobierno de Lula correspondería reimpulsar los estímulos de la economía en un panorama de dificultades. Previéndose la continuación de una trayectoria de stop and go, una iniciativa posible sería la profundización del ajuste mediante la ampliación rápida y consistente del saldo comercial y recomponer reservas, siendo preciso intervenir en el cambio y desalentar la entrada de recursos volátiles. Una alternativa sería renegociar la deuda externa en términos de plazos y valores, propiciando márgenes de maniobra para reducir la vulnerabilidad externa. En cualquiera de los casos, el autor considera que al economía brasileña encontraría limitaciones para un ciclo autosustentado de crecimiento que permita incorporar la población marginada.
Alicia Carlino y Ana Stuart revisan la Argentina reciente en “Un enfoque multidimensional de los veinte años de la democracia Argentina”. Las pugnas de intereses entre los actores económicos se habrían resuelto en democracia con al consolidación del modelo neoliberal en la ´década dl noventa, en que la estabilidad macroeconómica, la apertura del mercado a la competencia extranjera y la política de privatizaciones signarían el período, actuando el modelo de paridad cambiaría como detonante de la moratoria de la deuda y el estallido de la posterior crisis durante la presidencia de Fernando de la Rúa (1999-2001). Tras la transición de Eduardo Duhalde (2002-2003), el electo presidente Néstor Kirchner había tenido el desafío, en su apelación a la memoria política de los gobiernos populistas argentinos y a la transversalidad de las militancias, de recuperar canales institucionales de diálogo entre sociedad y Estado.
En “Los países andinos: tensiones entre realidades  domésticas y tensiones externas”, Rafael Duarte Villa revisa la situación de la región andina tras la hegemonía neoliberal y su reconstrucción bajo la alta conflictividad derivada de la producción de drogas. Si el neoliberalismo convirtió al histórico presidencialismo latinoamericano en gobiernos neopopulistas, se define que la cooptación de una base movilizada  a través de incentivos habría sido el rasgo distintivo de los procesos regionales que  guiados por una dirigencia autoritaria y tecnocrática habrían propiciado la ineficiencia institucional y el alejamiento de la ciudadanía de los asuntos públicos, aspecto que traslució el fracaso de la “modernización estatal”. La reconstrucción de la legitimidad gubernamental en la región andina se construye entonces debido a la irrupción de un discurso de autonomía frente a Estados Unidos (Venezuela), al combate al narcotráfico y organizaciones armadas (Colombia) o a la puesta en marcha de una agenda indígena movilizante (Bolivia), posibilitando el logro de cierta calma tras los estallidos que provocaron la renuncia de Lucio Gutiérrez y Gonzalo Sánchez de Losada. Según los autores, es esperable que continúe el apoyo al Plan Colombia y a la agenda de seguridad democrática de Uribe, persistiendo en una agenda para la región andina basada en democracia, intercambio comercial, seguridad y destinando esfuerzos a neutralizar la iniciativa brasileña de incorporar nuevos miembros al MERCOSUR –blanco de disputa con los tratados bilaterales de libre comercio estadounidenses-.
Tullo Vigevani y Marcelo Fernández de Oliveira analizan el origen y la actualidad del concepto cepaliano de vulnerabilidad social en “América Latina: vulnerabilidad social e inestabilidad económica”. Desde las movilizaciones civiles en el enfrentamiento entre sectores de la sociedad civil a la oposición a los regímenes antidemocráticos, las esperanzas iniciales de cambio social se han trastocado en frustración. El impacto de la violencia, el problema del desempleo y el flagelo de las drogas alimentan la idea de un desencanto con el régimen democrático. De acuerdo al  Panorama Social de América Latina de la CEPAL (1999-2000) y una serie de entrevistas realizadas en la región, se advertiría la sensación de inseguridad de la ciudadanía dadas las percepciones de riesgo, inseguridad e indefensión del medio en que vive. Por los conflictos desencadenados durante todo el siglo XX y la aparición de formas políticas nuevas, las democracias latinoamericanas “se estarían consolidando bajo la forma de modelos institucionales  extremadamente heterogéneos y peculiares, sin plena correspondencia en los estudios sobre la democracia” (p. 244), no desprovista de formas tradicionalmente reconocida como ilegítimas. En este sentido, el presidencialismo podrían actuar  favorablemente a la estabilidad institucional con formas de deterioro del tejido social, despolitización y falta de transparencia. Frente a la disputa de grupos por el monopolio legítimo de la violencia y la sensación de anomia e ineficiencia de las instituciones públicas, la acumulación de poder en la figura presidencial se podría ofrecer salidas a las expectativas crecientemente fuertes en la población.
Las interpretaciones estadounidenses sobre el clima de época latinoamericano tienen lugar en dos interesantes ensayos. En “Percepciones norteamericana sobre los impasses en América Latina”, Luis Fernando Ayerbe recorre estudios  de los centros de pensamiento estratégico  estadounidenses (American Enterprise Institute, Brookings Institution, Center for Strategic and International Studies, Heritage Foundation, Hudson Institute, Inter-American Dialogue, RAND Corporation). Aún bajo una pérdida de relevancia de la región tras el 11S, la región continuaría siendo observada siendo señalada como prioridad el aumento de la criminalidad y la ausencia de una profundización de las reformas liberalizantes, existiendo entre los think tan  una diferenciación en las definiciones de prioridades, compartiendo la percepción de amenazas. Con una agenda focalizada en México, Brasil, México y los países andinos, y una obstinada defensa de la expansión de medidas liberalizantes, el sur del hemisferio contaría con las posibilidades de ampliar márgenes de autonomía frente a las urgencias de lograr una mayor inclusión social.
La revisión de la relación entre Américas Latina y Estados Unidos es también abordada por Jorge Nef. En “Percepciones de las élites estadounidenses frente al desafío latinoamericano. Una tentativa de ensayo interpretativo”, Nef señala 11 puntos como marco de interpretación de las relaciones intracontinentales, siendo contemplados el dominio hemisférico estadounidense, su alianza con la institucionalidad oligárquica mantenida por las élites conservadoras latinoamericanas y las importantes riquezas naturales a nivel continental. La “génesis e ideologías” presentes en el “patriotismo agresivo, inserta en una cultura y pedagogía de la violencia” configurarían mitos nacionales dentro de la política exterior estadounidense. Siendo el neoliberalismo el proyecto hegemónico en la política estadounidense, las pugnas por las formas de dominación de los grupos pentagonista y trilateral  bajo una concepción racista y etnocéntrica persistirían bajo la visión del Destino Manifiesto.
Revistiendo el carácter de horizonte a conquistar por los pioneros del proyecto integracionista, las relaciones de la Unión Europea con el MERCOSUR son analizadas por Alexandra Barahona de Brito. Comparando las demandas de desarrollo mercosurenas con las exigencias liberalizantes europeas (especialmente dirigidas a la liberalización de la producción agrícola), de Brito considera que se estaría dando una pérdida de intensidad de las relación entre ambos proyectos regionales al estar ausente en el diálogo la consideración de los factores temporales y los diversos objetivos presentes. Pese al potencial de las relaciones Unión Europea-América Latina, un obstáculo de importancia sería el desinterés europeo por la disminución de la pobreza y la desigualdad.
En “América Latina y el nuevo juego global”, realiza un balance sobre las redefiniciones de los roles del Estado, del mercado y la sociedad civil, sosteniendo la complejidad conflictiva de las interacciones que de ellas se derivan. En las dos últimas décadas del siglo XX, la globalización neoliberal puso en crisis a los Estrados, exigidos por los organismos internacionales y los marcos del capitalismo post-Guerra Fría a la reducción y desregulación. Los países entran en crisis, actuando bajo exigencias externas y sin amparo alguno ante la aparición de emergente críticos. La paradoja que se da en los países en desarrollo frente al discurso neoliberal es el violento contraste entre la exigencia del “Estado mínimo” y la innecesariedad de la presencia estatal en el cumplimiento de los programas de reformas neoliberalizantes tales como las medidas desreguladoras, la privatización de servicios, la reducción de costos de factores de producción o las exenciones tributarias.
Un papel no menor en esta configuración la economía global está dado en la influencia que las instituciones financieras internacionales juegan, siendo considerada necesaria una modificación de las reglas de la OMC a fin de permitir un uso  más activo de los instrumentos de producción de la industria naciente como tarifas y subsidios. En tanto, un “autoritarismo de la eficacia” legitimaría el debilitamiento de los Estadios en desarrollo avalando un reemplazo  de la autoridad pública por una autoridad privada, dando lugar  una lex mercatoria. Es así que la “economía se ha transformado y, en este inicio del siglo XXI, ha pasado definitivamente de nacional  global; pero la política, que define la legitimidad, se mantiene territorial y prisionera de sus características nacionales”. (p. 362).
Los grandes proyectos regionales se encontrarían en razonable situación de observancia. La Unión Europea y su apuesta por la extensión hacia los países del Este (aumentando un 28% en población, pero un 5% en PBI). Este desafío impondría a plazos cercanos  el equilibrio de la conflictividad del accionar del crimen organizado, la conflictividad sobre una legislación laboral común y los recelos nacionalistas, aspectos que entrañan dificultades que no opacarían las perspectivas de desarrollo. Distinto es el juicio que Dupas realiza sobre el MERCOSUR, cuyo progreso se habría visto estancado a partir de 1998, al quebrarse la estabilidad de los precios relativos a causa de la turbulencia cambiaria. Afirmando que MERCOSUR ha retomado a un patrón antiguo de intercambio de especialidades, se propone la implementación de políticas macroeconómicas comunes, ampliación geográfica y decisiones estratégicas comprometidas con una visión transnacional. En este contexto, la participación en las cadenas productivas es una consecuencia no deseable pero una obligación de la lógica capitalista global, compartiendo su soberanía con los actores económicos.
La asunción de políticas estatales transnacionales se volvería así una alternativa apreciable para limitar el accionar a antisocial e irresponsable del poder capitalista.  Un cuadro de “regulación democrática legitimadora”, capaz de proveer la estabilidad social tras el flagelo sufrido por los perdedores de la globalización, se vuelve imprescindible. En este sentido, la sociedad civil, restringida a resistencias aisladas, no encuentra estrategias para una alteración más amplia de sus condiciones en un proceso global y nacional, sin reconocer con claridad el poder responsable y legitimado para demandar contra las progresivas asimetrías, aumento de la pobreza y concentración de renta y poder. La expresión de las ONG, con su capacidad de influencia y sensibilización, expresarían posibles procesos de articulación de consensos normativos y disposiciones morales orientadoras de la convivencia social; sin embargo, las limitaciones de su accionar estarían dadas en su pugna por visibilizar escenarios de consensos, y no contemplando los intereses en disputa. Este aspecto demostraría el carácter insustituible de la acción pública y la localización de instancias superiores desde donde se definen prioridades y adecuaciones mediante principios ampliamente aceptados. Sin reemplazar el Estado, la sociedad civil estaría dotada de la capacidad de pendular en un juego de amparo y desafío a los Estados, en la búsqueda de nuevos roles, “esenciales al equilibrio de poder en el nuevo juego global”.  
Ensamblándose con el contexto, los distintos artículos forman parte de una nueva introspección sobre el efecto de las teorías de la  modernización en sus promesas de desarrollo. Siendo posible discrepar con los autores sobre la necesidad de colaboración internacional (Unión Europea, Estados Unidos) en los objetivos regionales, los textos describen la proximidad de escenarios en que la relación de Estado y sociedad será imprescindible para sostener la gobernabilidad y la cohesión social. Exhortación a la responsabilidad de la hora, la obra es una posta hospitalaria de revisión de nuestro tiempo.


Comentarios

Entradas populares