Bond, saga Craig (I)


James Bond: Casino Royale. (2006) Dir.: Martin Campbell, USA.
James Bond: Quantum of Solace. (2008) Dir.: Marc Foster, USA.
James Bond: Skyfall. (2012) Dir.: Sam Mendes, USA.


L
a sutileza letal del Imperio Británico ha retornado bajo un avatar más sombrío y descifrable. La renovada saga Bond, con Daniel Craig como actor estrella, normaliza al agente estrella, haciendo visibles sus dudas, angustias y desengaños.
Su superior, la autoritaria M (Judi Dench) revela un pragmatismo en función de la razón de Estado, extremadamente sensible a las operaciones mediáticas hacia la agencia, sostiene a la inteligencia como elemento inseparable del Estado británico.

La exposición de los estados de ánimo del protagonista y sus debilidades recuerdan inevitablemente a la saga del Batman de Nolan, donde existe una relación de diálogo entre la situación personal y el desafío que surge de la función constitutiva del alter ego, siendo exaltada la voluntad como superación de las situaciones críticas.

Con estos elementos centrales en la trama, cada episodio redescubre facetas del personaje y visibiliza situaciones que ofrecen una agenda de situación del contexto político.

Casino Royale, de 2006,   dirigida por Martín Campbell, está basada en la primera novela de Ian Fleming (1953), donde se describe el inicio de Bond como súper agente (los llamados “cero-ceros”) siendo su primera misión conseguir información sobre el financiamiento de organizaciones de rebeldes (la elección de un país negro como escenario representativo de alta conflictividad social acusa un rasgo etnocéntrico previsible). Tampoco es omitida la relación entre el dinero ilícito y los paraísos fiscales, siendo Bahamas uno de los escenarios del film, lugar de placer y ocio en que el protagonista debe soportar las insolencias de un bon vivant en sus instantes de ocio. El antagonista, encarnado en Le Chiffre (Mads Mikkelsen), es un elocuente negociador que obtiene fondos de organizaciones clandestinas con el acuerdo de “lavar” sus fondos. La “timba financiera” es literal en este personaje que arriesga indefinidamente el dinero especulando sobre acciones y el juego, metáfora  anticipada en tres años al inicio de la crisis financiera mundial ante el estallido de las hipotecas subprime en Estados Unidos. Interesa destacar que Le Chiffre confiesa a Bond la imposibilidad de ser juzgado, advirtiendo de la conveniencia de su protección por ser un actor funcional que brindaría a los organismos de inteligencia una “perspectiva global”, un estado de cosas, expresión afirmativa de una determinación fatal de los roles, en unas mutua conveniencia  de existencia entre el Bien y el Mal. Hacia el final del episodio se muestra al espectador, con el mismo asombro del novato Bond, la prescindencia que hace el poder antagónico del enemigo principal del súper agente, en una exposición del supuesto de encadenamiento de poderes.

En Quantum of solace (2008, Marc Foster), tras la captura de White, y luego de advertir en una oficina del MI6 en Siena de la ubicuidad de su organización, es asesinado por un doble agente. Bond continúa la búsqueda de la red que sostenía a Le Chiffre a través del dinero falsificado de White en Haití. En la escena de la reunión del avión de Austria es cuestionada la ética de los agentes. La organización de Dominique negocia el reconocimiento de la legitimidad de EE.UU. del gobierno del golpista Medrano con agentes de la CIA, quienes solicitan los hallazgos de petróleo en territorio boliviano. La conversación en torno a la geopolítica latinoamericana expone una presunta debilidad de los países de la región bajo la dominación estadounidense. “No quieren a otro marxista que les de los recursos naturales al pueblo, ¿verdad?”, advierte Green. “Nadie puede esperar que impidamos en un golpe de estado que desconocemos completamente”, contesta el agente. Esta escena tiene directa relación con la escena del bar de Bond, en que señala al agente de la CIA Félix Leiter (Jeffrey Wright):
“Me preguntaba cómo sería Sudamérica si a nadie le importara la cocaína o el comunismo”.


El lugar, presuntamente un bar de un barrio precarizado de Bolivia, es sitio del interrogante del protagonista respecto de las consecuencias sociales, económicas y políticas de la injerencia del Occidente capitalista sobre América latina. Tal como señala Dupas, "una visión de orden internacional belicosa y unilateralista, que excluye el derecho internacional, y trata con desdén los mecanismos multilaterales de seguridad colectiva. Esta fórmula predecible conlleva una ecuación amigo-enemigo, a la Carl Schmitt, como una constante de la política exterior. Esto es fundamental lo que ha dado en llamarse una profecía autosustentada" (JORGE NEF, "Percepciones de las élites estadounidenses frente al “desafío latinoamericano”: Una tentativa de ensayo interpretativo", en DUPAS, GILBERTO (COORD.). (2005) América Latina a comienzos del siglo XXI. Perspectivas económicas, sociales y políticas, Homo Sapiens Ediciones, Rosario, 2012, p. 335). Visión semejante a inicios del siglo XXI sólo puede entenderse en recordatorio de la activa política hemisférica del Estado hegemón desde la segunda posguerra, cuando el triunfo soviético sobre la Alemania Nazi obligó a Estados Unidos a reformular su estrategia de liderazgo global a través del financiamiento del modelo político de sustitución de importaciones primero y, con el efecto de mostración de los movimientos de liberación nacional, guerrillas anticoloniales y la Revolución Cubana, y a la ejercitación de presión diplomática y militar después. Semejante a los ambiguos comerciantes británicos de la literatura de aventuras, Bond contempla el paisaje exótico, concluyendo que la ausencia de progreso no se explica en una condición barbárica de los nativos sino en la desmesurado dominación de una potencia externa.

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